Impactos de los riesgos geoestratégicos actuales en el sector financiero
La estabilidad social que disfrutamos en Europa es una característica de nuestro día a día que habitualmente minusvaloramos y llegamos a considerarla como inherente a cualquier área geográfica del mundo. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, la estabilidad y cohesión social están fuertemente vinculadas a la posición geoestratégica y son los dos principales riesgos geoestratégicos identificados.
El sector financiero juega un papel relevante en la consecución de dicha estabilidad social, ya que tiene dos mandatos esenciales para garantizarla: custodiar los ahorros de los agentes económicos y canalizar el ahorro de los agentes económicos excedentarios hacia agentes económicos deficitarios y solventes. Por tanto el sector financiero tiene la capacidad de guiar la inversión hacia determinados sectores económicos y en esa elección juega un papel esencial en la gestión de los riesgos estratégicos.
El mundo vivió hasta el comienzo de la Gran Recesión de 2008 un prolongado período de estabilidad, marcado por la hiperglobalización imperante desde la caída del Muro de Berlín hasta el comienzo de la crisis financiera global. Un período marcado por la unilateralidad geoestratégica liderada por Estados Unidos que ha dado paso a un período de mayor convulsión con varias potencias económicas influyendo en la agenda estratégica global. El panorama actual está marcado por la rivalidad geopolítica entre varias potencias mundiales.
Este contexto geopolítico, más centrado en el realismo político y de carácter menos liberal, se ha visto reforzado en la última década con tres eventos geoestratégicos: la victoria de Donald Trump en la elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2016, los efectos de la pandemia sanitaria del COVID-19 y la invasión de Ucrania por parte de Rusia en 2022.
La errática evolución de los mercados financieros en estos últimos meses de 2024 muestra una perspectiva volátil para el año 2025, marcada por 3 riesgos potenciales para el sector financiero: el resultado de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, la evolución de los tipos de interés en Europa y Estados Unidos en el año 2025 y el estado de la relación comercial Estados Unidos – China.
¿Cuáles son los principales riesgos geoestratégicos para 2025 y qué impacto tendrán en el sector financiero?
Sin duda de cara a 2025, el mundo se enfrenta a un escenario totalmente nuevo definido por la vuelta del presidente Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos. El resultado electoral estadounidense es el riesgo potencial más disruptivo en el ámbito geoestratégico. La posición de la Administración Trump respecto a los conflictos armados vigentes, en Ucrania y Oriente Media, y en relación al uso de la política comercial como palanca proteccionista son muy diferentes a los planteamientos imperantes en la Administración Biden.
Sobre los conflictos militares abiertos en el mundo, Ucrania y Oriente Próximo, la aproximación de la nueva administración estadounidense será más proclive a una salida pactada para ambos y a un cese de las hostilidades. Por tanto, es factible llegar a una pacificación de ambos conflictos y eso tendrá un reflejo positivo en los mercados de capitales, tanto en los mercados de renta variable como en la cotización de los bonos. No es descartable que un “cierre en falso” pueda avivar el riesgo, pero lo hará con menor relevancia en la agenda financiera. Se puede calificar como un riesgo geoestratégico en perspectiva de mitigación.
Sin embargo, la política comercial y la imposición de aranceles a países exportadores a Estados Unidos es una realidad anunciada. Es un mensaje claro de la campaña electoral del Presidente Trump, que se ve refrendado por las decisiones comerciales de corte proteccionista y unilateralista desarrolladas en su anterior mandato. El cambio en las decisiones comerciales supone un riesgo potencial para las economías europeas y asiáticas que han encontrado tradicionalmente en el mercado estadounidense un caladero seguro para la exportación de sus manufacturas y productos industriales.
El sector financiero europeo, junto a las compañías tecnológicas asiáticas y la industria automovilística europea, es un sector claramente perjudicado por la nueva política comercial, ya que traerá consigo una fuerte revalorización del dólar estadounidense frente al resto de monedas de referencia. El movimiento esperable por parte del Banco Central Europeo, defensivo evidentemente, es una bajada más agresiva de los tipos de interés para estimular la demanda interna y compensar la pérdida de actividad exportadora. El movimiento llega con el ciclo de bajada de tipos de interés ya iniciado en Europa, lo cual reducirá su efecto sobre la actividad económica. La consiguiente reducción de márgenes bancarios y el deterioro de los ingresos financieros, junto a la posible recesión económica hacen de este movimiento un riesgo geoestratégico relevante para el sector financiero en Europa.
Finalmente, la posición de la nueva Administración Trump en materia de inmigración supone un riesgo potencial evidente para el sector financiero europeo. Los flujos migratorios hacia Estados Unidos tienen en América Latina su principal catalizador y muchas economías de la región son dependientes de las remesas que estos ciudadanos envían de vuelta a sus países de origen. Es de esperar que en un endurecimiento de la política migratoria provoque una menor actividad en la región, que junto a la depreciación de sus dividas locales frente al dólar estadounidenses, reduzca la capacidad de consumo y crecimiento de estas economías. La exposición del sistema bancario europeo, especialmente el español, en América Latina supone un nuevo riesgo geoestratégico para el sector financiero. La exposición a México es ahora mismo el mayor riesgo potencial por su exposición y dependencia a Estados Unidos.
Por tanto, el sector financiero europeo afronta un año 2025 de elevado riesgo geoestratégico aumentado por la victoria del presidente Donald Trump en las elecciones presidenciales del día 5 de noviembre de 2024.